lunes, 6 de junio de 2011
POESÍA DE ANA COLL
PEQUEÑOS FUEGOS
En el circundante
límite de la locura
espera el hallazgo
de la lava volcánica
del mundo
Con los brazos abiertos
a la caliente viscosidad
subterránea
te espero
Pequeños fuegos
arderán en la ladera
como estrellas
de la desesperación
Sigue el camino
de las luces
eludiendo
la viscosa esperanza perdida
y me encontrarás
Ana Coll
CUENTO DE LUIS CURBELO CARRARA
PATIO
Abrí los postigones y vi en el patio la soga dormida soportando la ropa.
Migas de sol salpicaban al cortinado que pretendía galopar sobre las paredes de mi cuarto y crecer sobre mis hombros. Los anteojos descansaban a los pies de un libro mientras mi sombra mordía la sábana caída de la cama.
Mi madre exploraba el patio insultando contra la carestía y mi rebelde cabellera. Yo la llamé, pero sus ojos firmes fustigaban la debilidad de los malvones, luego desapareció como hace veinte años y mis lágrimas saltaron por la ventana.
Luis Curbelo Carrara
CUENTO
EL POETA
Sentado frente a su mesa de madera corroída, donde descansan desordenados un montón de hojas y de libros que no terminó de leer, el poeta tiene fija su mirada perdida en el vacío, o eso parece. No es capaz de hilar pensamientos, éstos ruedan despedazados sin que él pueda hacer algo al respecto.
La impotencia de vivir su nada, lo mantiene sentado en la silla sin saber desde cuándo.
El tiempo parecía haberse detenido y podía percibir la quietud absoluta del universo como un tormento más.
En el preciso momento en que el ocaso era herido por un relámpago, asomaban en raídos postigones los fríos ojos del mundo, observando cómo se dibujaba un rictus amargo en el rostro del hombre. Lo aturdían las silenciosas voces del pasado, mientras esqueléticas palabras desaparecían entre la niebla celeste.
La hoja en blanco le golpeó la cara y la muerte dio vuelta la página.
Ana Coll
domingo, 5 de junio de 2011
CUENTO
EL COLOR DE LA DESPEDIDA
Ahora vuelvo – dijo- y cerró la puerta dejando la habitación color de despedida. Ella dio unas vueltas, encendió un cigarrillo y esperó. Y esperó un día y una noche. Y otro día, esperó y otra noche. Y le dio tiempo. Porque lo quería. Y salió a la calle a buscarlo y no lo encontró. Y después acarició su ropa, guardó sus retratos, se peinó. Otra vez- se dijo- y le pareció que había aprendido a olvidar. Pero el olvido le traía su olor. Y guardó su ropa. Ahora era el dolor de su voz y se dijo que no debía escuchar. Y mañana será otro día, y al fin y al cabo todo pasa, ya tendrías que estar acostumbrada, me sorprende que lo tomes así.
Y pasaron los meses que se hicieron años. Y no puedo creer que no termines de una vez con esto. ¿Hasta cuándo? Y ¿a dónde van los recuerdos cuando uno los olvida? Y ¿si vuelve una noche y no me encuentra? Y pasó otro invierno y las cartas amarillas y el color de la despedida intacto.
Los lentes negros ocultando las ojeras. Y la puerta todavía cerrada.
Ana CollPOESÍA DE ANA COLL
UN PAR DE COSAS
No te escondas
te reconozco en las sombras
de la casa desierta
donde mueren los inviernos
No te escondas
no hace falta
no te das cuenta
que el tiempo se termina
que lo efímero perdura
porque existe la palabra
Yo se que estás en cada puerta
en cualquier libro
en un poema
No te escondas
quizás mañana
un verso
el aroma del jazmín en tu ventana
Un par de cosas más
con eso basta
Ana Coll
Suscribirse a:
Entradas (Atom)