domingo, 5 de junio de 2011

CUENTO DE LUIS CURBELO CARRARA

CAMINANDO POR LAS VENAS
Junto a su marido, aquella mujer, se dormía todas las noches con la saliva de su amante en la boca. Ella sentía así que se lo tragaba todos los días y aunque él no estuviera se lo imaginaba caminando por sus venas.
Una mañana, mientras ordenaba su rostro, delineando sutilmente el contorno de sus ojos sintió una leve caricia en sus senos.
La sensación la estremeció.
Entornó los párpados, como pretendiendo buscar adentro suyo esas suaves manos que frotaban su carne. Pero fue sólo un instante y continuó enrojeciendo los carnosos labios que cada tanto le ofrecían besos al aire.
Estás ansioso- susurró- y continuó peinando su cabello, de renegrido contraste con el nácar de su piel.
¿Quién puede dormir sin un hombre adentro?- se preguntaba- mientras colgaba sobre su cuello un delicado crucifijo de oro y plata. Volvió entonces a sentir las dos manos que ahora, sostenían su cintura. Un aliento de manzana abierta refrescaba el lóbulo de la oreja. Sentía al hombre moviéndose adentro de su cuerpo.
Le duelen las piernas, las caderas, lo sigue con sus manos, intenta detenerlo mientras trepa por las costillas y logra llegar a la garganta.
Él le abraza la lengua.
Ella escupe y la saliva es un hombre asesinado por una mujer.

Luis Curbelo Carrara

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